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Extrañamos a Borgen sin siquiera darnos cuenta. Esta cuarta temporada, nueve años después de la anterior, nos demuestra que la serie danesa no ha perdido brillo. Entre ecología, geopolítica y golpes bajos diplomáticos, Borgen sigue siendo tan relevante como fascinante.
Recuerda, eso fue hace casi diez años: después de asumir el cargo de Primera Ministra de Dinamarca, Birgitte Nyborg se dirigía serenamente hacia el Ministerio de Relaciones Exteriores. Es allí, en 2022, donde nos ponemos al día con la política más compleja y fascinante de la pantalla chica, firmemente arraigada en un gobierno donde ahora representa a la oposición.
Realmente no esperábamos encontrar al personaje central de Borgen, una de las mejores series danesas de la historia de la televisión, disponible en Netflix. La tercera temporada concluyó a la perfección las aventuras de Birgitte Nyborg y sus estrechos colaboradores, que habían pasado por muchos puestos clave en la esfera política. Por lo tanto, no se sintió particularmente la necesidad de una cuarta temporada, después de este resultado satisfactorio.
Pero esta crónica de los misterios del poder, los medios y la comunicación, aún no había dicho su última palabra. Y esa es una gran noticia.
Un eco inquietante de la situación actual
La cuarta temporada de Borgen, subtitulada Power and Glory, comienza con un escenario imaginario con temas muy actuales: el descubrimiento de un yacimiento de petróleo en el corazón de Groenlandia. Un hallazgo que creará una crisis internacional sin precedentes con Rusia, Estados Unidos y China. Estas tensiones trastornarán sobre todo las relaciones con Dinamarca y sacudirán la carrera política de su ministra de Asuntos Exteriores, Birgitte Nyborg.

Comencemos con lo más obvio: Borgen es tremendamente relevante y se hace eco de manera inquietante de la situación mundial actual. Emergencia climática, avaricia financiera, negociaciones diplomáticas… Esta temporada 4 aborda temas candentes de frente, mientras disecciona brillantemente el ejercicio del poder. Borgen muestra a la perfección cómo se juega la política a lo largo de horas de discusiones, charlas y golpes bajos, para que cada uno se salga con la suya. Si nos hubiera gustado que la serie fuera un poco más allá en su paralelo con los conflictos internacionales actuales, particularmente en torno a Rusia y China, esta temporada logra, sin embargo, elaborar una observación alarmante sobre las políticas en pérdida de velocidad.
Una temporada ecologista y feminista
Borgen también destaca por su capacidad para captar las fracturas entre generaciones y los profundos cambios de las últimas décadas. Esta temporada aborda el activismo ambiental de Magnus, el hijo de Birgitte que se ha convertido en un adulto joven, que decide robar un camión lleno de cerdos y liberar a los animales. Su enfrentamiento con su madre ilustra a la perfección la escisión entre la política clásica, hecha de debates y diplomacia, y el activismo, cuyos resultados se ven sobre el terreno. Un brillante análisis de una lucha que vuelve regularmente al corazón de las noticias.

La serie también evoca alborotadamente la importancia de las redes sociales para vender su marca y ser apreciada por los votantes, la cada vez mayor presión sobre los periodistas o la dificultad de tomar el timón de un puesto de responsabilidad. Sin embargo, escrita por un hombre, el talentoso Adam Price (En nombre del padre, Ragnarök), Borgen describe con precisión la vida cotidiana de una mujer en el poder, como en sus temporadas anteriores.
En estos ocho nuevos episodios, Birgitte Nyborg tiene que lidiar con los dolorosos efectos secundarios de la premenopausia. Sofocos, cambios de humor, períodos no previstos… Hay que reconocer que hay cierta satisfacción al ver por fin tampones en pantalla y ver cómo estos temas habitualmente tabú invaden la narración.
El regreso del prodigio del casting
Y ahí radica la genialidad de Borgen: encontrar el equilibrio perfecto entre lo íntimo y lo político. Incluso los silencios más imperceptibles están idealmente equilibrados, dando a los diálogos la oportunidad de impactarnos aún más. Esta combinación de lo personal y lo universal nos permite conocer realmente a estos personajes con su sentido del humor, sus réplicas, sus debilidades o sus fortalezas.

Y qué placer encontrar algunas caras conocidas, empezando por la fabulosa Sidse Babett Knudsen, vista desde Westworld y que vuelve a asumir el papel de Birgitte Nyborg. Esta impresionante actriz danesa sigue mostrando el alcance de su talento en esta cuarta temporada, donde incluso se permite el lujo de exhibir sus conocimientos lingüísticos en danés, francés o inglés. La fluidez de su actuación ofrece magníficas secuencias íntimas, sola frente a su espejo, o en diálogo con otros personajes. Los recién llegados a estos ocho nuevos episodios son notables a nivel mundial, mientras que Lars Knutzon (Bent, el antiguo mentor de Birgitte) o Birgitte Hjort Sørensen (Katrine, brillante periodista) están regresando. En definitiva, no te pierdas esta pequeña joya de la televisión danesa, no te arrepentirás.
El veredicto
Nos gustó
- Sidse Babett Knudsen en la cima de su talento
- Un fino y fascinante análisis político
- unos creditos magnificos
- Personajes fascinantes, especialmente femeninos.
- Sellos en pantalla, ¡sí!
nos gustó menos
- algunas longitudes
- Por fin, ya queremos una temporada 5
Podríamos haberlo hecho sin él, es cierto. Borgen se destacó muy bien por sí misma, desde lo alto de sus tres emocionantes temporadas sobre los misterios de la política y los medios daneses. Pero nueve años después de su conclusión perfecta, esta pepita está regresando con fuerza, para bien. Sigue siendo la maravillosa Sidse Babett Knudsen quien interpreta a Birgitte Nyborg, ex primera ministra de Dinamarca, ahora al frente de Asuntos Exteriores. A medida que se descubre petróleo en Groenlandia, tendrá que gestionar una crisis internacional entre Dinamarca, Estados Unidos, China y Rusia. Con sus temas de actualidad confusa y personajes entrañables, Borgen, disponible en Netflix, consigue volver a cautivarnos, sin ni siquiera pasarse de la raya. Su ritmo sostenido, sus diálogos finamente escritos y su reparto muy bien elegido aún la convierten en una de las mejores series danesas de la historia de la pequeña pantalla. Un golpe maestro.